El sentido del arte

Frank paseaba por la galería con la mochila al hombro y miraba los cuadros a través de sus gafas de estudiante. Le gustaba el silencio de la galería, un templo seglar a la expresión humana, con sus paredes, techos y suelos de blanco inmaculado que le daban la sensación de estar flotando. En las paredes había marcos con fotografías de cosas cotidianas: hojas de árboles sobre el asfalto, una cacerola vieja, unos pies caminando… Nada que no se vea todos los días, pero que, enfocado a través de la cámara y fuera de contexto sobre la pared silenciosa de la galería, resultaba lleno de sentido. Frank pensó si era más importante la fotografía o el marco, o si la labor del artista consistía, sobre todo, en enmarcar aquellos objetos a fin de permitirle verlos intencionadamente. A él, Frank, correspondía dar sentido a la obra, llenarla de contenido a partir de las evocaciones y reflexiones que le producía la imagen. Era en definitiva Frank, al mirar las fotos, quien las convertía en arte.

Esta entrada fue publicada en Para mis amigos y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario